¿En qué se diferencia la formación de un médico, un enfermero, un trabajador social, un psicólogo, counselor, un kinesiólogo, un voluntario en Cuidados Paliativos? En la habilidad de la escucha activa para el acompañamiento centrado en las personas que están transitando una enfermedad o el final de vida, señala en su columna la especialista Mariana Soiza (*).
Muchos de los que estarán leyendo esta nota dirán: “Yo no soy profesional de la salud, yo no estoy viviendo una enfermedad o yo en este momento no tengo un ser querido que está viviendo esta experiencia”.
El objetivo de esta columna, que es una continuación del fin de semana pasado (titulada “Cuidados Paliativos: La escucha como símbolo de seguridad, confianza y continuidad”) , es que todos pensemos en esta habilidad para nuestra vida.
Todos coincidimos que tener esta habilidad de la escucha nos ayudará para cada situación de la vida como también saber escuchar a nuestros hijos, padres, pareja, amigos, compañeros de trabajo, vecinos.
Y si podemos entrenarnos en la escucha hoy en la vida cotidiana vamos a poder acompañar mejor a ese ser querido que está en esa situación de enfermedad.
Seguramente todos estén de acuerdo conmigo que cuando tuvimos una experiencia donde fuimos escuchados con respeto, con atención, muchas de las tristezas o conflictos que compartimos en ese encuentro pudieron tener otro umbral del dolor: quizá nos sentimos aliviados, quizá mientras fuimos escuchados por alguien que no opinó sobre lo que nos pasaba hasta pudimos resolver aquello que nos costaba vivir. Yo la llamo “caricias al alma”, ya que te hace sentir que “mi” historia vale la pena a los ojos de mi interlocutor.
Ya Zenón de Elea decía hace 25 siglos que “la naturaleza ha dado al hombre una lengua, dos oídos, de forma que pueda escuchar de los otros dos veces más de lo que pueda hablar”.
La escucha activa necesita de la atención, motivación, interés, disponibilidad, de la acogida entre otras variables. Escuchar es mucho más que oír, significa querer comprender, implica un esfuerzo ya que es poner entre paréntesis lo que a mí me está pasando para centrarme en la persona, sería hacer callar ciertas voces internas que murmuran como los prejuicios, conflictos propios para hospedar al otro sin condiciones con respeto y modestia.
Escuchar es recibir las expresiones de la vida del otro, es leer las páginas de la vida de la persona.
Escuchar es también una mirada, ya que está en estrecha relación con los sentimientos. Una mirada puede ayudar a sanar, puede dar serenidad, confianza.
También está la escucha a través del contacto con ese cuerpo. Una caricia, un masaje muy delicado dice mucho.
El otro día llego al Hospital a ver a una paciente que ya la había conocido y cuando me acerco tenía los ojos cerrados, puestos los auriculares con su radio….estaba sola.
No sabía si acercame y decirle su nombre porque quizá podía despertarla. Por otro lado pensé quizá está aburrida y duerme porque así se le pasan las horas. Muchas interpretaciones.
Ahí es donde acudo a ese sentido sutil y le puse la mano en el hombro muy despacio y como acariciándola y me dice:”¿sos Mariana?”.
En casi dos años que estoy en el Hospital no recuerdo de muchos pacientes que se acuerden mi nombre: voy una vez a la semana y son tantas personas que pasan por su cama……Yo no podía creer lo que estaba pasando. Sentí que me estaba esperando.
Había estado con ella solo una vez. Y ahí se incorporó, se sacó los auriculares y estuvimos un tiempo largo charlando. Creo que ese contacto de mi mano con su cuerpo fue una comunicación increíble. Luego me pidió que le pasara mi mano por todo su cuerpo. Y así lo hice.
Con mucho cuidado fui recorriéndolo invitándola a que pueda relajarse, concentrarse en su respiración. Y así logro un rato de alivio. Eso también es escuchar.
Escuchar es permanecer en silencio: cuantas veces convencidos que estamos escuchando pero dentro nuestro estamos pensando que frase le vamos a decir a la persona. Qué difícil es realmente hacer silencio dentro nuestro evitando comentarios, opiniones prejuicios. El silencio da espacio al otro.
Los que fuimos formados en Cuidados Paliativos tenemos un lema: “Cuando ya no se puede hacer nada, se puede hacer mucho”. Escuchar con el corazón es un instrumento de curación para sentirse afirmados en lo que están viviendo: esa persona está viviendo uno de los misterios más grande de la vida. La escucha lo ayuda a poder unirse a su ser, acompañarlo en su soledad que si lo recorre asistido por el amor, la ternura, puede transformar esa vivencia en una experiencia grande y poderosa.
La ayuda en Cuidados Paliativos no significa solamente suministrar fármacos para aliviar el dolor físico sino también desde esa presencia amorosa de quienes lo escuchamos pueda reinventarse a sí mismo, reducir su angustia existencial que a veces parece que los ahoga.
Es escuchar todas las dimensiones de la persona física, psicológica, espiritual.
Foto de portada: del Libro Humor y Salud de José Carlos Bermejo (Editorial Sal Terrae), de Cuadernos del Centro de Humanización de la Salud, España.
Por Mariana Soiza Piñeyro (*)
(*) Licenciada en Relaciones Públicas y Consultora Psicológica.
Articulo Publicado en https://misionesonline.net