Proceso de duelos
No es un proceso que siga unas pautas universales. A pesar de la enorme variabilidad que se refiere a la experiencia personal de la pérdida, se puede describir, a grandes rasgos, la evolución del duelo a lo largo del tiempo, fragmentando el proceso de duelo, en “etapas”, “fases”, “momentos” (según ha sido subdividido por diversos investigadores y teóricos del duelo), reuniendo características que ayuden a comprender lo que le sucede a la persona que transita el duelo.
Esos momentos bien pueden alterar su aparición o reiterarse, hay flujos y reflujos, avances, retrocesos, cambios, todos ellos muy propios del proceso de duelos.
En la fase 1: Shock inicial. El momento inmediato a la pérdida (duelo agudo) es un tiempo de shock y parálisis. La persona no se da cuenta todavía de la realidad de la muerte. También hay aturdimiento y automatismo donde se concretan acciones que después no se recuerdan.
En la fase 2 de “Anhelo y búsqueda” se experimenta un torbellino emocional marcado por la búsqueda del ser querido fallecido y la persistente esperanza de recuperarlo. A medida que se retoma la rutina, se enfrenta gradualmente la realidad de la pérdida, con ciclos de duelo recurrentes durante el primer año. Esta etapa se caracteriza por la soledad, el aislamiento y los pensamientos obsesivos, así como por la aparición de emociones intensas como la tristeza, la ira y la culpa. Se recurre a rituales y acciones simbólicas, como visitar el cementerio o encender velas, como parte del proceso de búsqueda y búsqueda de respuestas.
“En las primeras fases del duelo es importante que la persona pueda aceptarla realidad de la muerte de su ser querido y facilitarle la expresión de sus pensamientos, emociones, su dolor y sufrimiento”
En la fase 3 del duelo, se caracteriza por sentimientos de desesperanza, desorganización y caos. Se experimentan patrones de conducta inapropiados, pérdida de expectativas y cuestionamientos negativos. Es común sentir desgano, tristeza y depresión. Se reconoce la necesidad de cambios y de descartar patrones de conducta previos. Aunque penoso, este proceso es decisivo para aceptar la pérdida. Con el tiempo, los períodos de normalidad aumentan, se retoma la actividad social y se disfrutan las situaciones gratas sin culpa. El recuerdo se vuelve menos doloroso y se acepta seguir adelante.
“Esta etapa es para el doliente de adaptación y re-acomodación a un medio en el que su ser querido está ausente”
En la fase 4 del duelo, que puede ocurrir entre 1 y 2 años después de la pérdida, la persona establece un nuevo modo de vida con nuevos patrones de pensamiento, sentimiento y conducta. Aunque persisten sentimientos como la soledad, ya no son tan debilitantes como al principio. Se comienza a pensar en el futuro en lugar del pasado. La verdadera aceptación de la situación indica la salida del duelo, donde la persona prevalece sobre el objeto del duelo. Aunque nada vuelve a ser como antes, con el tiempo se llega a un duelo latente, menos doloroso pero que puede reactivarse ante estímulos. Se recupera el interés por la vida, se siente más esperanza y se adaptan nuevos roles. Aunque la unión con la persona amada se modifica, no se pierde, permitiendo aceptar su ausencia y la continuidad del vínculo.
“Es de ayuda para este momento del proceso que la persona se involucre en nuevas relaciones o en nuevos proyectos que lo impulsan a volver a vivir, reubicando emocionalmente al fallecido”
CUANTO DURA Y CUANDO TERMINA EL DUELO
El duelo transforma al doliente en protagonista. Es una transformación activa, dinámica, y pone en juego los propios recursos de un modo especial y único.
Predecir cuanto tiempo nos llevará superar una pérdida es difícil. Algunos podrán hacerlo en meses, otros requerirán años. El conocido mito de que “el tiempo lo cura todo” supone que el dolor mejorará con el paso de los días, pero el paso del tiempo por sí solo, no cura las heridas. En el duelo, este no suele ser el caso, a medida que van pasando los días el dolor se va agudizando.
Habitualmente la duración mínima, es de un año, mínimo período necesario para vivir las fechas especiales sin la persona amada.
El duelo es ante todo un trabajo, un proceso que no es lineal, implica un período incierto con un desarrollo que presenta altos y bajos.
Es un proceso a largo plazo y su culminación no será un estado como el que tenía antes del mismo.
Decimos que un duelo está resuelto cuando:
Podemos recordar a quien perdimos sin sentir tanto dolor.
Cuando hemos aprendido a vivir sin él o ella.
Cuando podemos generar nuevos proyectos y mirar al futuro, sin olvidar el pasado.
No es necesario olvidar, podemos recordar sanamente y aprender a relacionarnos con quien se fue de una manera diferente.
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