El viernes 8 de Noviembre se llevó a cabo la Charla: El Poder transformador
del cuidado y ser cuidado en el Museo Lucy Mattos donde participaron 45
personas.Comenzamos con el cuento “Las dos Vasijas”
Había una vez un aguador que vivía en la India. Su trabajo consistía
en recoger agua para después venderla y ganar unas monedas. No
tenía burro de carga, así que la única manera que tenía para
transportarla era en dos vasijas colocadas una a cada extremo de un
largo palo que colocaba sobre sus hombros.
El hombre caminaba largos trayectos cargando las vasijas, primero
llenas y vacías a la vuelta. Una de ellas era muy antigua y tenía varias
grietas por las que se escapaba el agua. En cambio la otra estaba en
perfecto estado y guardaba bien el agua, que llegaba intacta e incluso
muy fresca a su destino.
La vasija que no tenía grietas se sentía maravillosamente. Había sido
fabricada para realizar la función de transportar agua y cumplía su
cometido sin problemas.
– ¡El aguador tiene que estar muy orgulloso de mí! – presumía ante su
compañera.
En cambio, la vasija agrietada se sentía fatal. Se veía a sí misma
defectuosa y torpe porque iba derramando lo que había en su interior.
Un día, cuando tocaba regresar a casa, le dijo al hombre unas sinceras
palabras.
– Lo siento muchísimo… Es vergonzoso para mí no poder cumplir mi
obligación como es debido. Con cada movimiento se escapa el líquido
que llevo dentro porque soy imperfecta. Cuando – llegamos al
mercado, la mitad de mi agua ha desaparecido por el camino.
El aguador, que era bueno y sensible, miró con cariño a la apenada
vasija y le habló serenamente.
– ¿Te has fijado en las flores que hay por la senda que recorremos
cada día?
– No, señor… Lo cierto es que no.
– Pues ahora las verás ¡Son increíblemente hermosas!
Emprendieron la vuelta al hogar y la vasija, bajando la mirada, vio
cómo los pétalos de cientos de flores de todos los colores se abrían a
su paso.
– ¡Ahí las tienes! Son una preciosidad ¿verdad? Quiero que sepas que
esas hermosas flores están ahí gracias a ti.
– ¿A mí, señor?…
La vasija le miró con incredulidad. No entendía nada y sólo sentía pena
por su dueño y por ella misma.
– Sí… ¡Fíjate bien! Las flores sólo están a tu lado del camino. Siempre
he sabido que no eras perfecta y que el agua se escurría por tus
grietas, así que planté semillas por debajo de donde tú pasabas cada
día para que las fueras regando durante el trayecto. Aunque no te
hayas dado cuenta, todo este tiempo has hecho un trabajo maravilloso
y has conseguido crear mucha belleza a tu alrededor.
La vasija se sintió muy bien contemplando lo florido y lleno de color
que estaba todo bajo sus pies ¡Y lo había conseguido ella solita!
Participaron 45 personas en un clima de mucha intimidad, escucha de experiencias, vivencias de los participantes. Reflexionamos en el sentido de vida del adulto mayor o de la enfermedad como así también pensarnos hoy a la edad que tenemos cuales son nuestras motivaciones, nuestros proyectos.
Luego compartimos un cocktail donde los voluntarios de Almificar pudimos responder algunas inquietudes.
Gracias a todo el equipo del Museo Lucy Mattos por recibirnos y juntos lograr una noche maravillosa.